Aunque la vocación de ser poeta comenzó en la adolescencia de Emily Dickinson, ella realmente se convirtió en artista durante un intenso y breve período de creatividad que la llevó a escribir, revisar y guardar cientos de poemas. Ese período, que los eruditos identifican como 1858-1865, tuvo lugar durante los mismos años en los que ocurrió el evento más significativo de la historia estadounidense del siglo XIX, la Guerra Civil. La vida personal de Dickinson también experimentó un cambio tremendo durante este periodo.
A fines de 1855 Dickinson se mudó a regañadientes con su familia de regreso al Homestead, su lugar de nacimiento. Su padre había comprado la casa a principios de 1855 y le hizo renovaciones considerables. El Homestead se incorporó como parte de una propiedad más grande en 1856 cuando Austin, el hermano mayor, se casó con una amiga cercana de Dickinson, Susan Huntington Gilbert, y ellos construyeron una casa adjunto al Homestead y la nombraron The Evergreens (los árboles de hoja perenne).
Ese hogar era un centro vivo para la comunidad de Amherst, e incluso Dickinson participó en reuniones sociales en los primeros años del matrimonio de Austin y Susan. El estilo de vida de la pareja eventualmente contrapondría a lo de Dickinson, que era más solitaria. Los tres hijos de la pareja, Ned, que nació en 1861, Martha en 1866, y Gilbert en 1875, trajeron mucha alegría a la vida de Dickinson, aunque el papel de Susan como madre había puesto más distancia entre ella y la poeta.
Además de estar cerca de la casa de la familia de Austin, el Homestead renovado le ofreció a Dickinson otros beneficios. Edward Dickinson construyó un invernadero, en el que Emily cultivaba plantas delicadas, y desde entonces pudiera hacer la jardinería, su pasatiempo favorito, todo el año. Dickinson también tenía su propio cuarto en la parte sureste de la primera planta, un espacio fundamental para su escritura.
Al tener 35 años, Dickinson había compuesto más de 1.100 letras concisas y poderosas que consideran el dolor, el pesar, la alegría, el amor, la naturaleza, y el arte. Apuntó unos 800 de estos poemas en pequeños folletos hechos a mano (conocidos como “fascículos”), y estos eran publicaciones muy privadas que no compartió con nadie.
No obstante, compartió algunos de sus poemas con familia y amigos particulares de los que admiró sus gustos literarios. Susan Dickinson recibió más de 250 poemas durante la correspondencia de cuarenta años. Dickinson mandó unos 100 poemas a Thomas Wentworth Higginson, quien escribió un artículo en un número de 1862 de la revista Atlantic Monthly para animar a las personas jóvenes a escribir y publicar. Aunque algunos poemas de Dickinson aparecieron en periódicos, se publicaron anónimamente y aparentemente sin su consentimiento previo. La gran mayoría de su trabajo permanecía privada, conocido únicamente por la autora.
Unos sucesos en la vida de Dickinson durante su intenso periodo de escritura ahora son difíciles de estudiar. Borradores de tres cartas, ahora conocidos como “las letras maestras” sobreviven de los años 1858 a los principios de 1861. Indican una conexión romántica muy grave y preocupado (aunque no identificado), que unos eruditos creen que motivara su producción creativa. Durante ese tiempo Dickinson también refiere a un trauma que describió en una carta como “I had a terror – since September – I could tell to none.” [“Tuve un pánico – desde septiembre – no pude decírselo a nadie”] (L261). La razón para este pánico no se conoce.
Unas amistades importantes como las de Samuel Bowles, Rev. Edward Dwight, y Rev. Charles Wadsworth cambiaron en este periodo, y Dickinson sintió la necesidad de un “preceptor” (tutor) para ayudar con su tremenda producción de poesía y con preguntas sobre la publicación. En los años 1864 y 1865 Dickinson experimentó un régimen para una aflicción dolorosa de ojo, entendido hoy en día como iritis (una condición de la iris del ojo), con el oftalmólogo Henry W. Williams de Boston. Durante ese régimen (que duró ocho meses de 1864 y seis meses de 1865), vivía con sus primos Frances y Louisa Norcross. Estos viajes fueron los últimos y, tras regresar a Amherst en 1865, apenas salió del Homestead.